El libro Diario
de Ana Frank es el diario personal y autobiográfico de Annelies Marie Frank,
una niña judía que vivió durante el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial.
El diario fue
uno de los regalos que le hicieron por su decimotercer cumpleaños el 12 de
junio de 1942. Según Ana Frank, fue el mejor regalo que le hicieron y lo
demostró estrenándolo el mismo día escribiendo: "Espero poder confiártelo
todo, de un modo como no he podido hacerlo hasta ahora con nadie, y espero que
seas un gran apoyo para mí".
Las entradas en
el diario van desde el 12 de junio de 1942 hasta el 1 de agosto de 1944, fecha
en la que los ocho escondidos fueron delatados y detenidos. En ellas, Ana Frank
nos va a hablar abiertamente de sus sentimientos, de sus vivencias en la casa
de atrás, de sus compañeros, de sus disputas, etc.
El diario
comienza unas semanas antes de que la familia se traslade al refugio, cuando
todavía acude a la escuela como cualquier niña. En estas entradas nos va a
hablar de sus admiradores, de sus amigas, de las notas, de los profesores, etc.
Sin embargo,
menos de un mes después, el 5 de julio de 1942, a causa de la citación que recibe
Margot para ir a un campo de trabajo, toda la familia decidió trasladarse al
refugio. La coartada fue una nota que dejaron diciendo que habían abandonado el
país.
El refugio o la
llamada casa de atrás donde se escondieron era un anexo de dos pisos en la
parte superior de la empresa Opekta de Otto Frank. Estaba oculto gracias a una
estantería giratoria. Durante el tiempo que vivieron allí tuvieron que soportar
unas reglas muy estrictas de conducta para evitar que los trabajadores de la
oficina los descubrieran. Por ejemplo, debían guardar silencio mientras la
empresa estuviese abierta, no podían tirar de la cadena ni abrir el agua hasta
que estuvieran solos, etc.
Una semana más
tarde de que los Frank se instalasen en la casa de atrás, se les unió la familia
van Pels formada por tres miembros: Hermman van Pels, Auguste van Pels y Peter
van Pels. Ana Frank no tiene muy buena relación con ellos al principio pues
odia que la señora van Pels pretenda educarla y considera a Peter un chico soso
y lleno de apatía.
Los primeros
meses fueron difíciles para todos. Ana Frank echa de menos su vida en el
exterior, a sus amigos, se queja de su mala relación con su madre, con la que
discute constantemente, con su hermana Margot y con la Sra. van Pels. En
cambio, ensalza la relación con su padre diciendo que es al que más quiere de
la familia y que siempre espera de él su aprobación.
En este tiempo,
Otto Frank sufre un eccema que le provoca una fiebre muy alta. Esto es un
problema serio para todos porque no podían llamar a ningún doctor ni conseguir
las medicinas necesarias. A pesar de esto, pudo recuperarse en unas cuantas
semanas.
Para pasar el
tiempo y que el aburrimiento no se apoderase de ellos, todos estudiaban y
leían. Los 'protectores Bep y Kleiman, eran los que les proporcionaban libros y
cursos a distancia.
En noviembre,
celebraron el diecisiete cumpleaños de Peter y un nuevo inquilino se unió a la
casa de atrás. Se llamaba Fritz Pfeffer, un dentista amigo del señor Frank.
Debido a esto, Margot se trasladó a la habitación de sus padres y Ana se vio
obligada a compartir su habitación con él. Pero los ejercicios matutinos de
Pfeffer, los turnos que deben establecer para usar el escritorio y las
constantes burlas de éste hacia su diario provocaron que su relación no fuese
demasiado buena.
A pesar de estar
aislados del mundo exterior, siguen manteniendo sus tradiciones religiosas
propias del judaísmo, celebrando el Januka y la fiesta de San Nicolas. Miep y
Bep son las que les llevan los regalos. Además, se mantienen informados de los
últimos avances de la guerra gracias a la radio y a lo que les cuentan cada día
los protectores. De esta forma, Ana Frank en varias entradas nos va contando lo
que está sucediendo en ese momento, de las desgracias de la guerra, etc.
En febrero de
1943 el edificio de la empresa Opekta cambia de manos sin previo aviso. Los
ocho habitantes de la casa de atrás corren peligro de ser descubiertos cuando
el nuevo propietario pide a Kleiman que abra el anexo, pero con la excusa de
que no tenía la llave, consigue salvar a sus amigos.
Aunque
normalmente la vida en el refugio era monótona y aburrida, en el mes de marzo
de 1943 ocurrieron dos acontecimientos que hicieron temblar a todos. Por una
parte, la zona en la que están es bombardeada y las ametralladoras y las
alarmas resuenan en toda la calle, todos temen por lo que les pueda suceder.
Por otro lado, una noche, sobre las ocho, entra un ladrón en el edificio de
Opekta que trata de abrir la puerta del anexo. Afortunadamente salieron airosos
de ambos sucesos.
Otros problema
que se les presentaron durante su estancia en la casa de atrás fueron los
problemas de salud: Kleiman tuvo una hemorragia interna a causa de una hernia,
Bep tuvo gripe, Ana se quejó de problemas con la vista; las disputas entre Ana
Frank y su madre; el señor van Pels con Otto Frank; y la señora van Pels con
Edith Frank; la mala alimentación que se basaba en pan duro, espinacas y
patatas; las ropas demasiado desgastada; etc. De todas formas, Ana Frank se da
cuenta de que esto es mejor que estar sufriendo en un campo de concentración.
Aun así, los
problemas no impiden que en junio de 1943 celebren el catorce cumpleaños de Ana
Frank. Ésta se sintió muy feliz ante los regalos que recibió: golosinas, un
libro y un poema escrito por su padre agradeciéndole su actitud.
Otro de los
pasatiempos que tenían los ocho escondidos era imaginar que harían una vez
estuviesen por fin libres: "Lo que más anhelan Margot y el señor Van Pels
es un baño de agua caliente hasta el cogote, durante por lo menos media hora.
La señora Van Pels quisiera irse enseguida a comer pasteles, Pfeffer en lo
único que piensa es en su Charlotte, y mamá en ir a algún sitio a tomar café.
Papá iría a visitar al señor Voskuijl, Peter se iría al centro y al cine, y yo
de tanta gloria no sabría por dónde empezar. Lo que más anhelo es una casa
propia, poder moverme libremente y que alguien me ayude a hacer los deberes, o
sea: ¡volver al colegio!"
Además, para
evitar que el encierro se convirtiera en algo insoportable, Otto Frank decidió
establecer unos régimen de actividad y descansos muy estricto.
El año 1944 fue
muy difícil, todos estaban sufriendo la convivencia, el aislamiento y la
monotonía. Ana Frank se atormentaba con que sus amigas estaban sufriendo y
necesitaban su ayuda; y la familia Frank se peleaba continuamente con la
familia van Pels. Aun encima, la comida cada vez era peor porque habían
detenido a los proveedores de tarjetas falsas de racionamiento y ésta se
limitaba a coles y patatas.
Pero Ana Frank
por fin consiguió un motivo para romper la monotonía: Peter van Pels. Ella
empezó a buscar su compañía y a cambiar su opinión hacia él. Pasaban largas
horas hablando sobre sus familias, la situación en la que estaban, de la
soledad, etc. Su relación se va estrechando cada día y, al final, ambos terminaron
enamorándose. Todo esto no pasó desapercibido por los demás que constantemente
les lanzaban algún que otro comentario, incluso Otto Frank advirtió a su hija
para que tomase cierta distancia.
En abril de
1944, volvieron a entrar a robar en las oficinas de la empresa. Esta vez Peter,
Fritz, Hermann y Otto bajaron para ver lo que ocurría. Justo en ese momento una
pareja pasaba por allí y los descubrió. Después de esto, alguien estuvo
intentando entrar al refugio e incluso se quedó allí durante unas cuantas
horas. Todos pensaron que sería la policía, por lo que permanecieron en
completo silencio durante un rato, esperando a que llegase el señor Kleiman.
En mayo de 1944
Ana Frank nos cuenta que se siente "malhumorada, deprimida y
desesperanzada". Le agobia la escasa comida, los problemas de los judíos,
el desembarco que se hace esperar, la tensión de todos a ser descubierto, la
atmósfera deprimente, la necesidad de libertad, etc. Además ya no siente lo
mismo por Peter al darse cuenta de que ya no podía ser el amigo cómplice de sus
sentimientos.
Todas estas
experiencias sirvieron a Ana Frank para madurar. Así, a lo largo del diario,
vamos viendo la evolución en su visión de la cosas, su comprensión, las
reflexiones cada vez más profundas, etc.
El martes 1 de
agosto de 1944 es la última carta que Ana Frank escribe a Kitty. En ella habla
de si misma y de su personalidad: nos cuenta que Ana la buena, no aparece nunca
en público, pero en cambio la domina en la soledad. La auténtica Ana le marca
el camino, pero exteriormente sólo es una cabra alocada que trata de liberarse
de sus ataduras. Nos cuenta que ve y siente las cosas de forma distinta a como
lo expresa y que por eso la gente la ve como una persona coqueta, pedante y
romántica. Por otra parte Ana la Alegre se ríe de todo eso, responde con
insolencia, se encoge de hombre aparentando que nada le importa, pero la Ana
callada reacciona de manera totalmente diferente.
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