La alergia a los gatos es algo relativamente frecuente y de lo que todos hemos escuchado alguna vez, sin embargo, debes saber que estos animalitos también pueden ser alérgicos a nosotros. El humo del cigarro, la caspa, el polvo, entre otros elementos del medio casero, pueden provocar inflamaciones en sus vías respiratorias que pueden llevar al gato a padecer “asma felina”, algo que según los estudios va en aumento hoy en día.
7. Su cerebro es más complejo que el de los perros
El cerebro de los gatos, a pesar de ser pequeño, posee unas 300 millones de neuronas, a diferencia de las 160 millones que posee el cerebro del perro. Además, posee un gran plegamiento superficial, asemejándose en un 90% al cerebro humano, lo cual dice mucho de su capacidad cognitiva, teniendo en cuenta que esta es la parte del cerebro que se relaciona con el procesamiento de información compleja.
6. Tienen enfermedades muy parecidas a las nuestras
Los gatos son susceptibles a más de 250 trastornos hereditarios, muchos de ellos muy similares a los que padecemos los humanos. Entre ellas se destacan la retinosis pigmentaria, una enfermedad visual que puede llevar a la ceguera de no tratarse correctamente. También pueden padecer del Virus de Inmunodeficiencia Felina, que es similar al VIH, así como su propia versión del Alzheimer, además de la obesidad.
5. El ronroneo no indica siempre felicidad
Existe la creencia de que cuando un gato ronronea es porque está feliz, y esto es cierto en muchas ocasiones. Sin embargo, los gatos también emiten este sonido en momentos dolorosos o estresantes como pueden ser durante el parto, cuando están enfermos, cuando se hieren, entre otras situaciones no precisamente positivas para ellos. Algunos científicos han planteado que el ronroneo puede ser además de un mecanismo de comunicación, una fuente de auto-sanación.
4. Son animales de costumbres fijas
Los gatos, a pesar de que son en ocasiones muy atrevidos, son animales bastante protocolares y tienen una rutina que no gustan de alterar nunca. De hecho, un gato totalmente saludable puede presentar síntomas de estar enfermo si por alguna razón se ve obligado a cambiar su rutina diaria. Entre estas pueden estar, por ejemplo, los vómitos, la disminución del apetito o hacer sus necesidades fuera de su caja de arena.
3. Los machos tienen púas en su pene
Los gatos machos poseen unas 120 estructuras semejantes a púas en su pene que apuntan hacia atrás. Según los científicos, estas púas podrían tener varias funciones, entre ellas estimular la ovulación de la hembra, proporcionar estimulación al propio macho, o mantener el pene en su sitio durante el apareamiento. Ah, otro dato curioso: si se castra al gato cuando es muy joven, estas púas nunca se desarrollarán.
2. Pasan la mitad de su vida limpiándose
Si de algo no se puede acusar al gato es de ser un animal poco aseado. Se ha determinado que estos felinos pasan entre el 30 y el 50 por ciento de sus días limpiando su cuerpo. Esta limpieza no solo tiene un fin meramente higiénico, también estimula su circulación, los refresca y los mantiene libre de olores que puedan atraer a posibles depredadores.
1. A veces beben agua con sus patas
Quizás no lo hayas advertido nunca, pero en ocasiones, los gatos en vez de tomar el agua directamente de su tazón, prefieren mojar sus patas y lamer el líquido de ellas. Esta extraña conducta puede deberse a que determinados recipientes son incómodos porque, al intentar beber, rozan en ellos sus largos bigotes, que son estructuras muy sensibles. Este cambio de presión puede llegar a estresarlos, por lo que optan por este curioso plan B para beber. Suelen recurrir también al mismo cuando el nivel de agua es muy bajo.
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